17/09/2015
Las elecciones celebradas en Israel el pasado 17 de marzo han demostrado la fortaleza del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, cuyo partido, Likud, volvió a ser el más votado, lo que deja por un lado en mal lugar a las firmas demoscópicas y por otro a los analistas que no supieron o quisieron ver los datos que aportaban los sondeos. Asimismo, estas elecciones nos aportan un gobierno en apariencia muy homogéneo en el plano ideológico y, sin embargo, muy volátil, precisamente por el afán de algunos de sus integrantes por preservar su pureza ideológica, lo que puede determinar un completo estancamiento de la política exterior israelí.
Documento elaborado por Fernando Prieto Arellano.