01/10/2018
La motivación y la voluntad de vencer son imprescindibles en la guerra porque la atrofia del alma es peor que la destrucción del cuerpo. La propaganda, bien sea coercitiva o persuasiva, ha sido el medio utilizado por los dirigentes para conseguir tal fin.
Las pinturas rupestres del neolítico, que representan grupos de hombres luchando, aportan las primeras acciones de propaganda y en Mesopotamia y Egipto, las imágenes -mostradas a través de la arquitectura, la escultura y la pintura- son utilizadas para dar gracias a los dioses por las victorias militares. Con el cristianismo y el islam surge la propaganda como generadora de pensamiento de los pueblos -deseado por las élites- que fructifica en el dominio del Oeste y el Este respectivamente.
La Reforma protestante introdujo la imprenta y revolucionó los medios de comunicación entre las élites y las masas, que ya no eran mayormente analfabetas. Con la Revolución francesa el pueblo consideró a la guerra como algo propio y a lo largo del siglo XIX la nación sustituyó a la religión y al imperio como motivación para la lucha. En el siglo XX surge la «guerra total» y la propaganda científica se presenta determinante tanto en la guerra como en la paz.
Documento elaborado por: Jesús Alberto García Riesco