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05/09/2019

Poder doméstico, proyección exterior y Saddam Hussein. Lecciones contra una ilusión de estabilidad.- Javier Bordón

Irak es hogar de una riqueza etnorreligiosa y cultural que, si bien representa un patrimonio singular; su instrumentalización, en este específico contexto, puede incentivar la movilización de apoyos y aportar premisas legitimatorias para fomentar el conflicto. El potencial político de identidades locales, tribales o de clan, u otras más institucionalizadas, como la pertenencia al partido o al ejército, será clave para comprender el éxito del Irak bajo el partido Baaz y Saddam Hussein. En primer lugar, Irak representa un modelo histórico de cómo un Estado frágil e inestable, de base social heterogénea y fracturada, consolida su autoridad interna y desarrolla recursos y capacidades de liderazgo internacional bajo la dirección de un régimen orientado a concentrar los medios y estructuras de poder, en un proceso que se reafirma como efímero más allá de las personalidades cruciales para la reproducción del sistema. El segundo argumento se relaciona en gran medida con el anterior, en tanto que la política doméstica y regional iraquí interaccionan con la evolución de la estrategia geopolítica en el contexto de las superpotencias. Hoy, asistimos a un estado iraquí abrumado por un abanico de actores domésticos y exógenos, pero que busca el equilibrio que evite el colapso.

Documento elaborado por: Javier Bordón. Máster en Geopolítica y Estudios Estratégicos de la UC3M. Ayudante de Investigación en prácticas en el Centro Rey Faisal de Investigación y Estudios Islámicos

 

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